Los grandes periodos de la vida pública del Obispo Juan Navarrete


Para manejar mejor el tema del obispado de Juan Navarrete y Guerrero en esta serie de artículos, y debido a que este espacio no me alcanzaría para cubrir el medio siglo que le tocó dirigir a la Iglesia Católica en Sonora, de 1919 a 1968, he  decidido dividirlo en distintos periodos para analizarlos acorde a las características de cada uno.

Para empezar, recordemos que, históricamente, la Iglesia en Sonora tuvo una presencia institucional que sufrió muchísimo desde sus inicios. Primero, las guerras apaches dificultaron la labor misionera, después los problemas del desmantelamiento del sistema misional, posteriormente la guerra de independencia y la pérdida de la parte Norte del Obispado tras los Tratados de Guadalupe-Hidalgo y la Mesilla, a lo que siguieron las Guerras de Reforma y la intervención francesa.

Todos ellos contribuyeron a una ausencia eclesial en el Estado, así como a la formación gradual de características propias de su práctica religiosa. Ejemplos los encontramos aún hoy cuando vemos a grupos de señoras que se encargan de cuidar los templos, que ejercitan ciertos rituales católicos, como el rezo vespertino del rosario en el templo, que tienen sus llaves para mostrárselo a quien lo visita. Bajo esta situación, al empezar la Iglesia el periodo de recuperación ya a finales del siglo XIX, se enfrentó a reticencias de los ciudadanos para aceptar las que para ellos eran nuevas costumbres, como la del pago de diezmos.

Vino en seguida la revolución mexicana con otro cambio más en la receta local-regional-nacional. Ahora imperaba una orientación secular que buscó limitar las prerrogativas religiosas del centro de México, y al triunfar la facción constitucionalista en el movimiento armado que derrocó a Victoriano Huerta, ocurrió la primera prohibición de cultos en Sonora, entre 1916 y 1919.

Bajo este esquema general, Juan Navarrete y Guerrero fue preconizado en 1919 como XIV Obispo de Sonora inmediatamente después de la reanudación del culto público, y entre 1919 y 1926 se dedicó a conocer el territorio sonorense e inaugurar obras fundamentales, como el Seminario, que estableció en Magdalena en 1921.

A este periodo le siguió el segundo de prohibición, el primero que le tocó vivir al Obispo ya en Sonora, entre 1926 y 1929 cuando vivió en Arizona. Le seguiría otro en que eran permitidos los cultos públicos, y concluiría con el tercer periodo de prohibición, el más importante de su vida, entre 1932 y 1937 y que provocó aquí, en Sonora, el levantamiento armado de Luis Encinas.

Después de este álgido periodo en las relaciones Estado-Iglesia, vino la reanudación final del culto con el restablecimiento de la paz, seguido de la reestructuración laboral en el Estado así como la recomposición demográfica sonorense que ocurrió, dentro de su obispado, después de 1938 y hasta el final de su periodo, en 1968.

De esta manera, a grandes rasgos, es como he considerado dividir el Obispado de Juan Navarrete, y sobre estos periodos me extenderé con mayor amplitud en artículos posteriores, asomándome a las complejidades propias de cada uno de ellos y, además, mencionaré en lo necesario los sucesos nacionales que incidieron sobre Sonora.

Sin embargo, debo hacer ahora una pequeña digresión y mencionar momentos de su vida y de cómo surgió su personalidad. Hijo de Demetrio Navarrete y Julia Guerrero; quinto de seis hermanos: Florencio, Julia, José, Rafael, Juan y Francisco. Nació en Oaxaca, Oaxaca, el 12 de agosto de 1886 y en 1904 ingresó al Colegio Pío Latino y después a la Universidad Gregoriana en Roma, en donde alcanzó el Doctorado en Teología, para después regresar a México, y en Aguascalientes realizó a partir de 1904 diversas obras de promoción del catolicismo desde antes del Obispo Ignacio Valdespino, que sería trasladado desde el Obispado de Sonora en 1913 a esa ciudad. En Aguascalientes fundó la Sociedad de Auxiliares Parroquiales,  la Sociedad de Obreros Católicos, la Liga de Familias Cristianas, la Liga de Temperancia (que combatía al alcoholismo), la Sociedad Mutualista de Obreros, la A.C.J.M. (Acción Católica de la Juventud Mexicana), y trabajó como Profesor del Seminario y Consultor Diocesano. Allí le tocó la primera persecución religiosa en 1914, que le obligó a abandonar el Estado, y a su regreso en 1917 fue llamado por Valdespino nuevamente a Aguascalientes.

Sin embargo, el Papa Benedicto XV lo designó el 13 de enero de 1919 como Obispo de Sonora, días antes de que el Gobernador de Sonora, Plutarco Elías Calles, permitiera la reanudación de cultos en el Estado después de tres años de haberlos prohibido por primera vez en la entidad. Así empezó la vida pública del Obispo Navarrete en Sonora. 

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